Un juez federal paró la prohibición migratoria musulmana de Trump a petición de ACLU.

Hoy es un día extraordinario. Cuando Donald Trump fue electo presidente, prometimos que si él trataba de implementar políticas inconstitucionales y anti-americanas, lo llevaríamos a los tribunales. Hoy, lo hicimos. Y ganamos.

Ayer, el Presidente Trump firmó una orden ejecutiva que suspendía indefinidamente la reubicación de refugiados de Siria y suspendía la reubicación de todo refugiado por 120 días y prohibía la entrada de ciudadanos de Irak, Siria, Iran, Sudan, Libia, Somalia y Yemen por 90 días. Estos siete países son predominantemente musulmanes. No nos cabe duda de que la motivación tras esta orden ejecutiva fue discriminatoria. Fue una prohibición a la entrada de musulmanes disfrazada como una medida de seguridad nacional.

La orden ejecutiva y su intento destructivo entraron en vigor inmediatamente. Anoche, Hameed Khalid Darweesh fue detenido tan pronto llegó al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy. Darweesh trabajaba como intérprete para la División Aérea 101 del Ejercito y, según Brandon Friedman, líder de una división militar en Irak, le salvó la vida a un sinnúmero de soldados estadounidenses. No sabemos cuántos otros refugiados y extranjeros con permiso de residencia u otras visas fueron detenidos al tratar de entrar a los EE.UU., pero hoy pretendemos averiguarlo. Pedimos que cualquier persona con información se comunique con la ACLU.

La ACLU junto con otras organizaciones se movilizó inmediatamente e impugnó la orden ejecutiva de Trump ya que violaba las cláusulas constitucionales de Debido Proceso e Igual Protección. Se nos concedió una vista de inmediato y argumentamos nuestro caso. Alrededor de las 9 p.m., la jueza de la Corte Federal de Distrito, Ann M. Donnelly, emitió una suspensión que impedía la efectividad de la política discriminatoria del Presidente Trump e impedía que los inmigrantes fueran deportados. Ella no se expresó con respecto a la constitucionalidad de la orden, pero por ahora, los hombres y mujeres que hubiesen sido deportados están a salvo. Cuando el Lic. Lee Gelernt y yo salimos del tribunal, nos acogió un mar de personas vitoreando y cantando.

No hay palabras para explicar cuán inspirador y con cuánta humildad me llena este momento.

Estados Unidos es nación gobernada por el estado de derecho y no por la voluntad inflexible de un hombre. Ahora, el Presidente Trump ha aprendido que somos una república democrática en la que los poderes del gobierno no son dictatoriales. Son limitados. Los tribunales son el baluarte de nuestra democracia que protege los derechos individuales y vela que una administración no se extralimite y confunda su voluntad por aquella del pueblo estadounidense. 

Esta noche fue una de las experiencias más increíbles de mi vida, una que demuestra que el pueblo unido nunca será dividido. Esto es solo el comienzo. Esta es solo la primera escaramuza en una larga batalla para salvaguardar enérgicamente la Carta de Derechos frente a las intenciones autoritarias de la administración de Trump.

Saboreen esta victoria esta noche, pero prepárense para seguir luchando.